Mi obsesión por Super Junior

Ha llegado el momento. Este día es el elegido porque hoy Super Junior estrenan su flamante nuevo vídeo, 'Bonamana'. Efectivamente, si le echas un vistazo, antes de 10 segundos exclamarás "¿pero qué mierda es esta?". Lo que me lleva a intentar justificar mi obsesión por el K-Pop en general y por Super Junior en particular.

Todo empezó por culpa de mi hermana pequeña, cuya edad explica mejor que le gusten estas cosas, pero yo me aplico la explicación del alcoholismo de su mujer que se le da a Jack Lemmon en 'Días de vino y rosas': si ella no tuviese un carácter compulsivo, no habría llegado a beber tanto. Por eso, si yo no estuviese predispuesto a que me gustasen estas chorradas, nunca hubiese sucumbido.

El fenómeno fan. Que sí, que los grupos de fans apestan. Pero, en el fondo, les tenemos envidia. ¿Por qué? Porque, aunque su música sea una mierda, se llevan de calle a las chicas (o a los chicos), se inflan a fiestas, se hartan de drogas... Vamos, la vida de una estrella. Pero en el K-Pop las cosas son ligeramente distintas.

Un ejemplo. Uno de los miembros de otra banda muy popular en Corea, 2PM, americano para más inri, fue expulsado del grupo por su discográfica porque dijo en su Myspace que se había convertido en una versión gay de sí mismo. Las fans de este señor, nada contentas con su expulsión, arremetieron contra los demás miembros del grupo propagando las siguientes (y terribles) calumnias:

• Que uno de ellos bebía.
• Que otro de ellos no era virgen.
• Que otros dos se reían de un tercero por el simple hecho de ser tailandés.

Así que andad con ojito, porque las fans coreanas no sólo no se acostarán contigo a no ser que te cases con ellas, sino que han transformado internet en un arma de destrucción masiva de reputaciones.

Por eso me fascinan Super Junior, porque los pobres se matan a aprenderse coreografías ridículas y canciones bobaliconas con pedazos en inglés para no disfrutar de ninguna de las ventajas de los ídolos occidentales. ¡Ni siquiera son ricos! Uno de sus miembros se largó después de denunciar a su compañía de discos, acusándola de explotación laboral.

Y lo peor de todo es que existen en Corea unos grupúsculos denominados Antifans, que odian a todos los grupos musicales porque sí e incluso son capaces de llegar a la violencia física. Pues bien, unas antifans de Super Junior consiguieron hacer creer que uno de sus miembros había contratado a unos sicarios para que apalizasen a un tipo. En realidad, el pobre Kang-in sólo se había pegado en un bar. Moraleja: la compañía le ha mandado a la mili coreana, que dura 2 años.

¿No os parece un castigo desproporcionado? Podéis ser misericordiosos y compadeceros de Super Junior y, sobre todo, de mí, o podéis odiarme y crear un grupo de antifans. Incluso podéis uniros a uno de los numerosos clubs anti Super Junior. La elección es vuestra. Pero, en el fondo de vuestro ser, ¿no os parece fascinante todo esto?

Y perdón por el tostón. Qué a gusto me he quedado.