Después de tres meses escuchando Baix Camp (para que os hagáis una idea, de las 3.500 reproducciones que lleva la canción en el myspace de J&D, 3.000 deben ser mías) he decidido que esta cancioncilla llena de poesía suburbana de Joe Crepúsculo (J) y David Rodríguez (D) , Junco y Diamante, sencillamente me en-can-ta. Así que, qué menos que declararla Himno durante lo que queda de semana (y, a estas alturas, parece que también de verano).
Un grupete de psicólogos de la Universidad de Northumbria afirma haber averiguado los movimientos clave que tiene que hacer un hombre al bailar para volver locas a las mujeres y lo mejor de todo es que han decidido compartirlos con todos nosotros. Así que nos encontramos con una Revelación, así, con mayúsculas. Atentos a lo que se debe y no se debe hacer en una pista de baile:
Lo que SÍ:
Lo que NO:
Para no ser menos que ellos, yo también voy a compartir mis impresiones al respecto:
Los pasos encajan con prácticamente todas las manifestaciones sonoras del universo indie. Deducción nº 1: ¡Los psicológos de Northumbria son de los nuestros!
El vídeo iba sin música. Y digo iba porque como podréis imaginar enseguida espontáneos youtuberianos se han dedicado a ponerle banda sonora. Lo que más: Bad Romance. Deducción nº 2: da igual de qué estemos hablando, siempre tenemos que acabar mencionando a la Gaga.
"8 movimientos marcan la Diferencia: los giros en el movimiento del cuello, del tronco y del hombro y la muñeca izquierdos, así como la variedad de movimientos del cuello, del tronco y de la muñeca izquierda, y la velocidad del movimiento de la rodilla derecha". Deducción nº3: a las mujeres no nos interesa para nada ver cómo moveis el culito, la clave, como todas sospechábamos, está en la rodilla derecha.
El estudio se centra en cómo emitir señales al sexo contrario sobre la calidad reproductiva en términos de salud, vigor o fuerza. Deducción nº 4: los buenos bailarines no bailan por amor al arte. Los malos, simplemente bailan.
Y, lo más importante y novedoso que se deduce de todo esto: ¡Los psicólogos también bailan!