Las procesiones de Semana Santa son como una vieja película que reponen todos los años y que, a pesar de que las hemos visto decenas de veces, volvemos a tragarnos enteritas después de haber ingerido el potaje, la tortilla de patatas y las torrijas típicos del Viernes Santo. O sea, una de esas tradiciones reconfortantes que nos ayudan a percibir la vida como algo trivial y repetitivo, sin sorpresas desagradables. Por eso no acabo de entender la existencia de gente a la que le molestan las procesiones. Incluso se refieren a ellas como manifestaciones de la semana del orgullo católico. Es como si te molesta que haga calor en verano. Dios así lo quiso cuando creó el mundo. Si no te gusta, te jodes.
O es como si, porque se le haya condenado por homicidio, dejemos de escuchar las canciones de Phil Spector. Ahora la corrección política es detestar a la Iglesia católica, vale. Pero seguro que si vas a Burgos o a Viena no te pierdes la Catedral. Y nadie querría dejar de escuchar 'Back to mono' porque su creador sea un asesino. ¿O sí? ¿Será a partir de ahora la belleza de 'Be my baby' o 'River deep mountain high' demasiado siniestra, al igual que lo es la de los pasos que desfilaron por las calles de nuestras ciudades la semana pasada?
Es que este señor da un mierdo...
Imágenes cortesía de If Charlie Parker...
Imágenes cortesía de If Charlie Parker...
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