El viernes escuché decir a Nuno Gonçalves, en la radio, que el concierto que iba a dar el sábado sería el mejor de su vida, dijo eso o algo parecido, vaya. El caso es que me lo creí y allá que fui, a ver a The Gift. El lugar, el Teatro Circo Price. Madrid.
Sin teloneros. Con palomitas. Sin agobios. Con un público variopinto. Sin ninguna idea preconcebida (una escucha rápida a su nuevo disco, Explode, justo antes de salir de casa). Con ilusión porque sólo les había visto una vez, allá por el 2006 en Alburquerque, en un pasado remoto cuando la etiqueta "indie" me daba escalofríos por la espalda. Después de verles, me hice con AM/FM sin pensarlo.
Sin teloneros. Con palomitas. Sin agobios. Con un público variopinto. Sin ninguna idea preconcebida (una escucha rápida a su nuevo disco, Explode, justo antes de salir de casa). Con ilusión porque sólo les había visto una vez, allá por el 2006 en Alburquerque, en un pasado remoto cuando la etiqueta "indie" me daba escalofríos por la espalda. Después de verles, me hice con AM/FM sin pensarlo.
El caso: The Gift, nueve y pico de la noche, sábado, el espectáculo va a comenzar.. Y comienza. Y la voz de Sónia Tavares explota, explotan los músicos invitados y explotan John y Miguel mientras Nuno controla la explosión con su teclado. Y entonces, sí, salpica la música como si fueran colores.
Y no sé si ha sido el mejor concierto que han dado The Gift en su vida, pero desde luego sí que ha sido el mejor en el que he estado yo en mucho tiempo.
Por cierto: también ha sido el primer concierto que he visto adaptado para ciegos y sordos. Y sí, el último tema se bajaron a cantarlo sentados en el suelo, con y entre su público.
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