A veces ocurre que dos ideas aparentemente inconexas de repente se encuentran en el mismo espacio-tiempo, saltan chispas y dan lugar a una genialidad. Creo que así es como se inventaron la fregona, los chupachups y los rascadores de espalda. Es lo mismo que pasa cuando hay un eclipse, cuando tiras desde el centro de la cancha, de espaldas, y encestas el triple de tu vida (aunque no sé a santo de qué está analogía deportiva) o cuando te juegas una botella de Jack Daniel´s a cara o cruz y la moneda cae de canto. No sé si sabéis, incautos indies, a lo que me refiero.
El caso es que eso mismo sucedió anoche en mi cocina, mientras hacía unas lentejas a la manera tradicional y dejaba que el aleatorio del Spotify campara a sus anchas. De repente encajó dos canciones perfectamente y es como si siempre hubiera sido así, como si esos dos temazos hubieran sido creados para ser escuchados juntos, sin importar la diferencia de edad (se llevan 10 años) o la procedencia: primero Le Song de Electrelane y acto seguido Mexican Grand Prix, de Mogwai.
En vino esto se llamaría un maridaje perfecto. En esta clase de baile lo llamaremos... el Himnazo de la semana.
Recordad, primero una, después la otra, en esta ocasión no hace falta ni mezcla ni remezcla. Os las he dejado preparadas aquí, vosotros sólo tenéis que dejaros llevar. Oh, y acordaros de traer los deberes hechos mañana.
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