Un País de putos reviejos

Cada 365 días cumplo un año más. Pero he comprobado poco a poco que mis ideas no envejecen al mismo ritmo que mi cuerpo. Y es que, antes, los artículos sobre música de El País no me irritaban. De hecho, leía con delectación lo que escribía Diego A. Manrique, esperando que su sapiencia me inspirase mejores y más frecuentes actualizaciones para este tu blog.

Pero, últimamente, los artículos del periódico de Prisa me ofenden, y hasta me enfurecen. Estoy pensando en las críticas de conciertos de Fernando Neira, en las tonterías de Boyero sobre su apolillado cine clásico americano, que, por supuesto, era, infinitamente mejor que todo lo que se hace ahora, en Javier Marías y sus insoportables diatribas contra todo lo que respira, y, especialmente, pienso en El rock ya no gobierna la música, un"reportaje" que narra la supuesta decadencia del género por excelencia de la música popular de las últimas décadas, en el Glee y Lady Gaga interpretan el papel de jinetes del Apocalipsis pop.

Vamos, otra chorrada más para complacer a un público de clase acomodada que empieza a envejecer y que, como buen conservador (aunque el periódico pretenda tener otra ideología) siempre acaba pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor. Vale, antes U2 vendían millones de discos y ahora lo hacen los inefables Train. A Dios gracias, vender mucho no es siempre sinónimo de excelencia artística. Pero eso es lo que nos hace creer el capitalismo salvaje y sus altavoces. ¡A partir de ahora en este espacio sólo se hablará de bandas que no vendan ni un disco! He dicho. Tiembla, Polanco Jr.